martes, 18 de octubre de 2011

Se rompió la bragueta



Imagen diseñada para este post por el compañero Raúl Delgado,
de la Sección Sindical UGT en Supermercados MAS (UGT Sevilla)




Llevo semanas esperando que alguien diga algo, pero no veo ninguna publicación al respecto, así que, por no perder la costumbre, y puesto que tampoco quiero que el silencio me haga cómplice de una cuestión que clama al cielo, dedico este post a una denuncia muy concreta.

Hubo un tiempo en que se apostaba por la representación equilibrada, hubo un tiempo en que quedaba hasta bien hablar de igualdad de géneros, hubo un tiempo en que éramos tan innovadores y estábamos tan a la vanguardia, que el PSOE andaluz fue más allá de la normativa estatal.

La ley estatal (Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres) obligó a los partidos políticos a que sus candidaturas electorales presentadas a las asambleas legislativas cumpliesen con carácter obligatorio el principio de composición equilibrada de mujeres y hombres, al menos el 40% de cada uno de los sexos.

Aquí ni cortos ni perezosos, por no decir “más chulos” que nadie… fuimos más allá: se aprobaron las “listas cremallera”. La Ley Electoral de Andalucía establece desde 2005 la obligatoriedad de las listas-cremallera. Esta composición va más allá de las paritarias, al establecer por ley la alternancia hombre-mujer; es decir, si el número 1 es hombre, el 2 debe ser mujer (y viceversa).

Fueron tiempos memorables en que la crisis no azotaba el mundo mundial y había abundancia hasta para apostar por mujeres para los puestos de salida en las listas. Eso fue antaño.

Llegó el “tío paco con las rebajas” y se fue todo al garete, crisis hasta en los espacios de poder, recortes hasta en los puestos a ocupar y austeridad hasta en la proyección y en la presencia pública de las mujeres. Y es que, cuando para todos no hay: las mujeres a casa….o a las bases, a currar.

¿Quién dijo listas cremallera?
¿Quién dijo que las políticas de igualdad entre géneros
eran una prioridad para “la izquierda”?

Y, mira por donde, siempre hay un argumento, antes, que no había mujeres, o que las mujeres no querían, no podían…ahora: que con los tiempos que corren hace falta experiencia (y esa la tienen, obviamente los que han ostentado el poder, o sea, los “varones” del partido con cierta edad)

Todavía hay quien no se entera de que quienes nos han llevado al caos político y económico tienen el rostro de hombre…

Lo más triste es que la sociedad espera de los partidos políticos esa referencia ejemplar en la que apoyarse para argumentar avances en otros ámbitos.

Y lo más lamentable es que podríamos mencionar a lideresas cabezas de listas, presidentas de Comunidades Autónomas, cuyo ejercicio del poder es patético, pero desde luego lo hacen sin cortapisas por parte de sus partidos, que encima representan el conservadurismo más rancio de este país.

Griñán, el actual Presidente de la Junta de Andalucía, ha manifestado públicamente que sus listas sí serán cremallera. Confiemos en que así sea, porque hechos son amores y no buenas razones…



Cuestiones como esta restan credibilidad ante la ciudadanía, no se pueden impulsar normas para no cumplirlas. Sobre todo un asunto que no cuesta dinero, no hay argumentos ni lógicos ni razonables para incumplir esta ley, salvo se me ocurre y espero que no sea así, el atrincheramiento en los cargos…




APL

lunes, 17 de octubre de 2011

En la calle una vez más (I)


Ayer, una más, como tantas otras veces, salí a la calle a manifestarme. Es algo que llevo haciendo toda la vida. Forma parte del trabajo diario en el sindicato. Entre otras muchas cosas como denunciar (verbal, formal y literalmente), montar “pollos” en las puertas de las empresas, convocar huelgas...también está salir a la calle.

No podía faltar al #15O, si como digo, es lo que me enseñaron a hacer y lo que llevo haciendo toda la vida, si me dedico a militar en un sindicato
¿Cómo iba a faltar a esta convocatoria?
Un movimiento donde la ciudadanía se tira a la calle de esa manera.
Una movilización donde se denuncia lo mismo que denunciamos desde #UGT#Andalucia todos y cada uno de los días.
¿es que no soy una ciudadana?
¿es que no estoy indignada?
¿es que no tengo los mismos problemas que el resto de personas de este mundo?
Por eso estuve donde considero que tenía que estar el sábado a las 18.00.

Allí nos encontramos gente de UGT, a medida que avanzamos coincidimos con gente de la Universidad, del partido, del movimiento asociativo, feministas, todos y todas con algo en común: estábamos allí como personas anónimas y como personas indignadas. Las pequeñas y “rudimentarias” pancartas, a cual más creativa, los slogans, los canturreos, los gritos, todo valía para sacar la rabia y la impotencia que tanta gente llevamos dentro sin que nadie haga nada por explicar qué está pasando y por qué nos están llevando al caos.

Este movimiento es un “zarandeo” en toda regla a la clase política y a los poderes económicos (quizás eché en falta una mayor crítica al poder empresarial). Lo que está claro es que quienes deciden en nombre de la ciudadanía lo están haciendo fatal. Van en la dirección contraria a la que queremos y necesitamos las personas que un día depositamos nuestra confianza (voto) en ellos y delegamos el poder de dirigir el país (países en este caso). Ya no pueden seguir mirando hacia otro lado.

En ningún momento durante la manifestación, oí ni leí nada en contra de los sindicatos, no sé si fue pura coincidencia. Lo que sí es cierto es que, en los medios digitales que publican la noticia, sigue habiendo comentarios de personas, que con bastante acritud, pretenden culparnos de todos los males del mundo. Y tengo que decir que no son tiempos de exclusión, ni de ver quien es mas. Si las organizaciones, asociaciones o movimientos que defendemos y denunciamos lo mismo nos “tiramos los trastos a la cabeza” mal lo llevamos.
Si un movimiento como este excluyese a los sindicatos, estaría excluyendo a muchas de esas personas anónimas que marcharon el 15O en todas las ciudades y que, como yo, dieron difusión al acto por todos los medios a su alcance. Somos personas que, además de sentirnos indignadas, tenemos la condición de sindicalistas y una sensibilidad importante con las injusticias sociales. Personas que en todo caso sumamos y no restamos.

Participar en el 15O ha sido una experiencia muy grata pero no puedo negar que las múltiples manifestaciones que en estos días también organizamos desde el sindicato, me ponen cada vez más, los vellos como escarpias. Será por aquello del vínculo emocional de los años en UGT, será por aquello de participar directamente en las decisiones de la organización, será porque conozco de primera mano el trabajo tan duro que se hace todos los días, será por la empatía con el drama de cada compañero en cada empresa, será …

De cualquier manera yo también aporté mi granito de indignación el 15O lo seguiré aportando en cada movilización que convoquemos y sobre todo lo seguiré aportando en el trabajo del día a día.

El 15O en las setas con Rosario Valpuesta, Alicia Vañó, Santiago Navas y el fotógrafo “Anonymus”
APL

martes, 11 de octubre de 2011

Ellos tenían el bar, nosotras tenemos la escuela

 


Convivimos con una cultura patriarcal, es decir,  un sistema en el que el rol del varón predomina sobre el de la mujer. Este modelo está instaurado en nuestra sociedad desde hace siglos. Sus raíces se hunden muy profundas y las consecuencias son especialmente visibles en las organizaciones de todo tipo. Llámense asociaciones, peñas, partidos políticos, sindicatos…

Como Secretaria de la Mujer me toca, con el resto de mujeres, compañeras de trabajo, analizar y combatir este comportamiento en el día a día dentro de la organización a la que pertenezco, UGT Andalucía.

Cualquier mujer que haya tenido una mínima trayectoria en el seno de esta organización en, al menos, la última década compartirá con toda probabilidad las reflexiones de este post.

Cuando una se “abstrae” y observa, ve cómo la sociedad reproduce comportamientos misóginos y machistas a diario y por momentos, pero es que a medida que una se va acercando al terreno de juego, va sintiéndolo mucho más. Especialmente cuando una colabora o milita en cualquier estructura participativa conformada por personas de ambos sexos y donde exista una mínima jerarquía de poder. El poder lo siguen ostentando y ejerciendo ellos, con muy poco interés además por compartirlo.

El sindicato, como organización representativa de la sociedad que es, reproduce esos roles y estereotipos,  desde mi punto de vista, demasiado. Tanto, que a veces aunque sólo fuera en esto, ya me gustaría que fuésemos menos representativos…

A medida que pasan los años, voy teniendo una mayor perspectiva de este problema -que lo es- y a la vez se incrementa mi interés por  denunciarlo, visibilizarlo, combatirlo y avanzar hasta alcanzar un entorno donde mujeres y hombres seamos iguales en derechos y oportunidades. Me resisto a resignarme.


En el sindicato desde los veinticinco


Aterricé en el sindicato allá por el año 2001, con veinticinco años. Una edad, por cierto, a la que algunos compañeros ya habían sido Secretarios Generales (máximo cargo de responsabilidad en UGT). Desde el principio me sentí muy identificada con las reivindicaciones y el trabajo que se desarrollaba en un sindicato, cuestión de la que, por otro lado, algo había conocido durante mi niñez en el entorno familiar.

Nunca dejó de resultarme peculiar e interesante observar los comportamientos con los que se desarrollaba la actividad sindical.

Eran largas las horas de trabajo, en las que los compañeros atendían múltiples conflictos en empresas, negociaban convenios colectivos y otro tipo de acuerdos,  realizaban procesos electorales, asesoraban directamente a personas afiliadas o no sobre despidos, reclamaciones de cantidad, derechos como permisos, salarios, etc.
Pero especialmente curiosa me resultaba la prolongación de la jornada por parte de los responsables políticos del sindicato.

Tras estas horas de trabajo la jornada se prolongaba en el bar, allí se desarrollaba otra parte del trabajo, que tenía que ver con las líneas hacia donde debía orientarse interna y externamente el sindicato, decisiones políticas…

Incluso se debatía sobre la idoneidad de ciertas personas en cargos de dirección, principalmente en etapas de procesos electorales de la estructura (congresos). En estos debates tan “importantes”, por supuesto, no participaban las mujeres. No sólo porque escaseaban, sino también porque las pocas que había probablemente no podían prolongar su jornada para tomar algo en el bar. Tenían que atender esas otras tareas del espacio privado (casa y familia).

Ni que decir tiene que los compañeros sí podían tener dedicación exclusiva y “hacer política” porque siempre había una mujer detrás, generalmente la esposa o la madre, que se ocupaba de las tareas domésticas y el cuidado de familiares.

A medida que se ha ido incrementando la presencia femenina en el mundo sindical, mujeres y hombres con responsabilidad han sido capaces de detectar estos desequilibrios y el sindicato ha sido capaz de proponer medidas que en un futuro más cercano que lejano puedan corregir esta injusticia.


Escuela de Mujeres Dirigentes


Especialmente importante es la iniciativa de la Escuela de Mujeres Dirigentes de UGT, que una vez al año desde hace seis, reúne a más de cien mujeres de todo el territorio nacional en Galicia. Una Escuela donde las mujeres sindicalistas de UGT, además de prepararnos y formarnos para ejercer el poder aprovechando nuestros valores y nuestras diferencias (pues se trata de eso, ejercer el poder de una manera distinta y de enriquecer al sindicato de nuestra perspectiva), también encontramos  ese espacio que probablemente nuestros compañeros encontraban antaño en el bar. Supone esta Escuela un foro de debate, un espacio donde marcar estrategias comunes, un lugar donde el pacto de género se cultiva.


Igualdad, esa “ñoñería” inofensiva


Es curioso descubrir cómo nuestros propios compañeros siguen pensando en esta escuela como algo “color de rosa”, algo relacionado con la igualdad, esa ñoñería inofensiva que no supone amenaza alguna para su estatus sindical. Sin embargo cuando una participa en ella, descubre talleres muy instructivos: por ejemplo  sobre cómo incorporar el género a nuestro trabajo sindical, o el nuevo liderazgo sindical con perspectiva de género, los trabajos en equipo desde la perspectiva de género, el empoderamiento y el desarrollo de redes en el marco sindical…

En los ratos libres, entre pasillos, durante la comida, incluso por la noche, finalizada ya la jornada lectiva, las conversaciones y debates entre las mujeres son tan interesantes y actuales como constructivos, cuestiones como las liberaciones, el bloqueo de las negociaciones, la debacle política que está tomando el país, la postura antisindical de las administraciones, las políticas antisociales del partido que hasta hoy ha sido la referencia de la izquierda en el poder, etc.

De vital importancia debe ser además el hecho de que en esta escuela no sólo se formen mujeres con responsabilidad en políticas de igualdad y género, sino también Secretarias Generales, de Organización, Administración etc.

Es importante no sólo tener en cuenta lo que cuesta ocupar esos espacios de poder, sino además mantenernos ahí, decidiendo y dirigiendo el sindicato. Debemos trabajar todas en la misma dirección y abrirnos las puertas unas a otras. De lo contrario corremos el riesgo de perpetuar la eterna rotación de mujeres en los cargos. Es decir, la cuota se garantizará pero nos irán cambiando a unas y otras, de manera que duremos un cuarto de horas en los puestos de dirección, impidiendo así la consolidación de nuestras políticas, ideología y planteamientos.

Algunos preguntan:
¿por qué tiene que haber una Escuela de Mujeres?
Y pregunto yo:
¿Por qué tuvo que hacerse durante tanto tiempo política en los bares?

La apuesta que el sindicato debe hacer por iniciativas
 en las que se consoliden nuevos perfiles de liderazgo debe ser contundente.
No podemos olvidar que las mujeres representamos
más de la mitad de la población.

APL



En el centro Almudena Fontecha, Sª para la Igualdad de UGT



Dolors Renau y Ana Rubio